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martes, 15 de octubre de 2024

Nicolás Daniel León Cadenillas

Actor, director, escritor, teatrólogo. Nació en el mes morado de 1951, en la Maternidad de Lima.

Cursó sus estudios primarios y secundarios en la GUE Alfonso Ugarte, institución educativa emblemática situada en el distrito de San Isidro. Sus estudios superiores los inició en la Universidad San Martín de Porres; pero, siguiendo su vocación artística, ingresó y egresó de la Escuela Nacional de Arte Dramático como «Actor profesional». Formación que complementó con un Diplomado en Escenografía en Lugares No Convencionales y Fotografía Especializada.

Ya siendo integrante, desde el año 1975, del legendario grupo, creador de la Muestra de Teatro Peruano, «Homero, Teatro de Grillos»; el año 1977 fue becado para seguir una Capacitación y Especialización en Dirección de Teatro para Niños y Jóvenes, en el Teatro de la Amistad de Berlín Este, en la República Democrática Alemana. En esa oportunidad, el Concejo Británico le brindó una Bolsa de Viaje para intercambiar experiencias con grupos culturales de Londres. En esa condición, participó en un Coloquio de Teatro en Bérgamo, Italia, subvencionado por la UNESCO y dirigido por Eugenio Barba.

En Berlín Este. participó como observador, en los ensayos del Berliner Ensemble de Bertold Brecht. En Praga, participo en un Taller de Títeres y Marionetas; confección y manejo de muñecos de guante, vara y mixto. En Milán visitó a Dario Fo y Franca Rame en su teatro «Collettivo Teatrale la Comune». Compartió un curso de perfeccionamiento en Dramaturgia. Conoció a Jerzy Grotowski, el maestro polaco lo invitó a su «Teatro Laboratorio» en Wroclaw, Polonia, donde vio ensayos de los actores y en acción al actor Ryszard Cieslak en la obra «Apocalypsis cum figuris». En Varsovia se inscribió en un curso de Mimo de la Calle.

Su prolífica labor artística lo ha llevado a participar en numerosos proyectos y realizaciones artísticas: el año 1976, en la promoción y fundación del "Cocolido, Centro de Arte" en Miraflores; en 1978, a colaborar con el Teatro de la Universidad Católica; el año 1980, con el Grupo Quinta Rueda en La Agonía del Difunto; Luego, entre 1982 y 1985, con la Asociación Grupo El Principito; el 2010, a co-fundar «Fabulina Erzähltheater» (Narración y Teatralización") en Karlsruhe, Baden-Wurtemberg, Alemania; el 2013, a integrar la Mesa de Críticos de la Muestra Nacional de Teatro Peruano, en Huancavelica; participar del TEATRO – FESTTA, «Festival Escolar de Teatro Túpac Amaru», Puagmaray, Pasco; fundar la Asociación Cultural BAL VIC (Teatro, Literatura, Talleres); en 2014, participar en el cortometraje JUGUETES; ese mismo año, en la película «Atahualpa, la Caída del Imperio Inca»; en 2015, en «Crimen Perfecto» de Martín Abrisqueta… Pero su labor no sólo se ha circunscrito a la de actor por el territorio nacional, sudamericano o europeo; colabora con el Gremio de Escritores del Perú y es asociado y subsecretario general nacional del Sindicato de Artistas e Intérpretes del Perú. También tuvo a su cargo la cátedra Oratoria y Teatro en la Facultad de Derecho de la Universidad San Martín de Porres.

Nicolás es alguien con quien se puede contar, en cuanta obra se emprenda, en esta empresa quimérica que es el teatro. Un día se fue al viejo mundo, a la tierra de los Deutsch. El amor había conseguido lo que nadie, arrancarlo de la rica Vicky, alejarlo de la blanquiazul, separarlo de la rubia. Allá, no se sabe, si porque se encontró «solo» o por contagio del entorno, adquirió una disciplina que le desconocíamos; en tiempos cortos comenzó a entregarnos sorprendentes historias de la cotidianidad. En su pluma, se advierte algo que uno suele pasar por alto: vivir es una maravilla. Esta faceta de Nicolás la podemos conocer a través de su blog Leonadas en https://leonadas.blogspot.com o leyendo sus libros: Cuentos Breves para Mi Nieto, De Chorrillos hasta las playas de Río, Amor & desamor de un fulano, Desamor de un mengano, El Oro de Cajamarca (el encuentro de Atahualpa y Pizarro).

miércoles, 16 de octubre de 2024

A bordo de un café, conversan Don Nicolás León y Juan Arcos // Promotora: Silvia Vidalón

El día de hoy conversaremos Don Nicolás Daniel león Cadenillas y un servidor.

Nombre artístico: Nicolás León; actor, director, escritor, artista, teatrista, teatrólogo... Niky, para los amigos; nació en octubre, mes morado, en la Maternidad de Lima; «hinchando» por el Club Alianza Lima. Sus estudios básicos los hizo en el colegio Alfonso Ugarte Vernal. Allí inició sus andares, en el mundo del teatro, de la mano de Don Alvaro Gonzales (un actor conocido y reconocido en el teatro peruano, también en la televisión y en el cine nacional) quien, por entonces, dirigía el club de teatro de esa, entonces, Gran Unidad Escolar. Sus estudios superiores los inició en la Universidad San Martín, donde también integró el grupo de teatro. Ahí, echó su suerte: partió hacia la Escuela Nacional de Arte Dramático y, en el año 1973, egresó como «Actor Profesional». Enumerar las múltiples intervenciones de Nicolás en el teatro, no solo en Perú y Latinoamérica sino también en Europa, sería larguísimo. Brevemente, en Perú: integrante, presidente, del grupo «Homero Teatro de Grillos»; gestor, iniciador, impulsor, de la Muestra de Teatro Peruano. En Europa, fraternizó en talleres de intercambio y confrontación con el mítico Jerzy Grotowsky y con el famosísimo actor Ryszard Cieslak; así como con el premio Nobel Dario Fo y Franca Rame, su esposa; también con Eugenio Barba, director del Odin Teatret; Julian Beck y Judith Malina de The Living Theatre… y no sigo porque, sobre esto y otras cosas, vamos a conversar con él.

Niky, uno «llega» a un país, un pueblo, una cultura que, andando el tiempo, marcan una impronta en nuestros quehaceres, ¿a «dónde» llegó Nikito al mundo?

A la casa de mi abuela materna, la mamá de mi mamá: la abuela Virginia Daniela. Por eso soy Daniel. Una familia de clase media, baja. Digo clase media porque la familia tenía un inmueble: un «callejoncito». Me crie ahí, rodeado de los hermanos de mi mamá. Del «callejoncito», guardo recuerdos con mucho cariño: ahí... jugué trompo, cometa, bolitas, lingo, canga...

Eres un artista, más de cuarenta años dedicados al cultivo del teatro, eso es fruto de algo. ¿Qué artes cultivaban los miembros de tu familia? ¿Había cantantes, poetas, actores, aficionados al arte en cualquiera de sus manifestaciones?

Mi «callejoncito» fue mi escuela de Arte y Oficios. Me crie rodeado de artistas. Mi mamá fue una artista en corte y confección, alta costura. De ella, aprendí a usar la aguja, hilo y el dedal; hacer las bastas, a los pantalones, con la puntada ‘patita de grillo’; hilvanar, pegar botones, planchar, lavar, cocinar. Sus hermanos, mis tíos, eran expertos artesanos. Mi tío Lolo: maestro de obra, albañil, pintor de brocha gorda; como jugando, me prestaba una brochita y yo lo ayudaba a pintar el callejón; veía cómo mezclaba las pinturas para sacar un color especial, distinto. Mi tío Tito, ebanista; yo jugaba en su carpintería; aprendí a usar los serruchos, martillos, a clavar con técnica y estilo; a hacer tarugos, a pegar las maderas, usar las prensas. Mi tío Pancho era mecánico, tenía una carcocha de los años de Al Capone, desarmaba y armaba la «carrandanga». Mi primo Claudio y el tío Gregorio Córdova eran joyeros. Y acá viene lo mejor: los días sábados, mis tíos, vecinos y amigos jugaban futbol y, después, armaban una jarana con guitarra, cajón y castañuelas. Mi tío Teodoro tocaba las castañuelas, cucharas; mi primo Claudio, la guitarra, como los dioses. Cantaban valses criollos, tangos y tropical de la Sonora Matancera. Y ellos mismos cocinaban fuentes de escabeches, arroz con pato, cau cau, tallarines... Eran unos verdaderos artistas, cada uno en su materia. Yo tuve la suerte de criarme en esa escuela de arte y oficios. Sin proponerme, aprendí habilidades de las artes manuales. Otro sí, digo: me atengo a que la palabra arte viene del latín ars – artis que significa obra o trabajo creativo, y éste, a su vez, del griego téckne: técnica; o sea: arte manual, oficio, habilidad.

Mira qué curioso, tú haces referencia a la familia, a los tíos. Yo soy tío; cuando visito a mis sobrinos, ellos no me miran, su atención está centrada en el celular. Los tiempos han cambiado, la relación con la familia se ha transformado ¿Cómo ves, en tu entorno familiar, los nuevos «estándares»?

Con mis dos hijos, en la actualidad, «chateamos». Rodrigo y Alejandra María no tienen tiempo. No nos vemos, presencialmente, el trabajo los absorbe. Cuando me veo con mi nieto Piero Angelo, es una fiesta; nos abrazamos, somos cariñosos; y eso que, él, su mamá y mi nieta, viven en mi casa. Esa es la «modernidad». Estamos «comunicados» por una red, no tenemos comunicación real. Esto debe ser lo que Bauman llama la modernidad liquida. Se extraña el abrazo.

Niky, el colegio es parte fundamental de nuestra vida, intelectual, cultural, social, afectiva. Tú eres actor. ¿Cómo estimuló tu vocación artística?

Yo estudié primaria y secundaria en la Gran Unidad Escolar «Alfonso Ugarte» del distrito de San Isidro, Lima, Perú. En esa época los colegios nacionales eran muy exigentes en todas las materias. Nuestra conducta era forjada con una disciplina castrense que llevábamos con el curso de Instrucción Pre Militar: IPM. Pero debo reconocer que no fui buen alumno, era «fulero», se me hacía difícil tantas materias, nombres, fechas, fórmulas. Pero, encontré una salida, una luz al final del túnel, el curso de Dibujo fue mi escape, mi refugio. En primero de secundaria tuve la suerte de tener como profesor de Dibujo y Pintura al artista plástico Julio Pantoja Rodulfo, artista, a nivel nacional e internacional; sus cuadros se exhiben en el Museo de Arte del Paseo Colón y en pinacotecas del extranjero. Yo vi, muy emocionado, sus cuadros en la galería. El profesor Pantoja me acogió con cariño, vio mi destreza en los dibujos y me apoyaba para que mejore en cada retrato que yo hacía en clases. Contribuyó a mi vocación de dibujante. Como no era muy bueno en aprovechamiento, me esmeraba en tener al día mis cuadernos y entregar impecables las tareas, las asignaciones, las composiciones que dejaban los profesores. Mis cuadernos inmaculados, bien bonitos, con dibujos a mano alzada que yo mismo dibujaba. Muchos de mis dibujos fueron expuestos en las vitrinas del patio de honor. Eso era un orgullo inimaginable. En la actualidad me sigue gustando el dibujo, pienso estudiar pintura con acuarela. En los últimos años dibujé con lápiz varios motivos, dibujé a mis dos nietos mayores: Piero Angelo y Mariajosé; ahora tengo que dibujar al tercer nieto, a Alejandro de nueve años. En dos de mis libros, «Cuentos breves para mi nieto» y «El Oro de Cajamarca, el encuentro de Atahualpa y Pizarro», mis dibujos ilustran la cubierta.

Me has hecho viajar en el tiempo porque has utilizado una palabra que hace mucho no escuchaba: «fulero». No sé si se usa ahora...

Ya no se usa, es para los de nuestra época.

Y cuando llegó la hora de prepararse profesionalmente ¿Cómo así no elegiste una carrera liberal: médico, ingeniero, abogado... y optaste por una de las de menor paga en nuestro medio; menor aún a la de profesor o policía?

Mi aventura con el Teatro empezó en Cuarto de Secundaria. En esa época, en las grandes unidades escolares existían los clubs: de periodismo, matemáticas, música, dibujo, folclore, danzas, teatro, radio, ajedrez, etc. Yo nunca había participado en ningún club; ni en el de dibujo, que tanto me gustaba. Pero, la vida dio otro giro. Todo esto sucedió por el golpe de Estado del general Juan Velasco Alvarado que suspendió las actividades sociales, las marchas patrióticas, las competencias y campeonatos escolares. Yo era integrante de la selección de atletismo, estaba preparado para ganar una medalla de oro. Ocurre que mis amigos del salón se metieron al Club de Teatro Escolar y, yo, para no quedarme solo, triste y abandonado, de sapo, me metí también. Me olvidé del atletismo. El profesor-director de teatro era un actor de radio, cine y televisión: Don Rodulfo Rumildo Curotto Cruzado. La primera vez que leímos el nombre nos preguntamos —¿Quién es? —nombre artístico: Alvaro Gonzales. Conocido en la televisión como «Guayabera Sucia», integrante de la Banda del Choclito en el programa «Risas y Salsa» del Canal 5. Extraordinario actor dramático, comediante, cantante; con un registro de voz envidiable; pero la televisión lo encasilló como actor cómico, como a muchos actores de «Lima la horrible». El profesor Alvaro Gonzales nos dirigió una obra de Jean Anouilh: «La Alondra», una obra sobre Juana de Arco. El profesor la adaptó a 45 minutos, hora pedagógica. El teatro y el profesor me ayudaron mucho. —¡Oh, sorpresa! —Ahí me di cuenta que hablaba mal; para el barrio era normal, pero para el teatro era una desgracia: ¡mal, pésimo! El profesor con paciencia y buen humor me explicaba cómo debía pronunciar, articular, vocalizar; como gesticular, extremar, respirar. Todo un arte que yo desconocía: dicción, fraseo, impostación; trabalenguas, para eliminar el tartamudeo, el seseo.

Permíteme, abusando de la amistad, una mención «mal intencionado». Yo conocí a Nicolás cuando aún era tartamudo…

El profesor Alvaro Gonzales me hizo consciente de mi anomalía en el lenguaje oral. Fue un gran apoyo, un ángel enviado por los dioses de las artes. En la obra de teatro, La Alondra, mi personaje fue Robert de Baudricourt, el comandante de la guarnición de Vaucouleurs, el que ayudó en la carrera militar a Juana de Arco. Gracias al teatro, y al profesor Alvaro Gonzales, comencé a sacar buenas notas; terminé secundaria, ingresé a la Universidad, pertenecí al elenco de teatro universitario. Entonces decidí dedicarme al teatro.

El arte, como cualquier otra disciplina, tiene una particularidad: disciplina; eso es fundamental para la vida. ¿Estás reconociendo que el arte te ayudó en tu rendimiento escolar?

Sí, me disciplinó; mejoré en todo sentido: conducta, aprovechamiento; hasta en lo social.

Pasadas ya varias décadas en este camino, habiendo acumulado sinsabores, disgustos, fatigas; pero también satisfacciones ¿Qué orientación o consejo le darías a un joven con vocación artística?

En cualquier carrera, que uno elija, se tiene que ser perseverante, constante, ponerle punche. ¡Estudiar! Todos empezamos en la línea de partida, pocos llegan a la meta. Llega el que se sacrificó, el que estudió.

Podemos testimoniar que, los que nos hemos dedicado a una carrera artística, hemos intentado diferentes carreras. Es increíble.

Yo no quería ser universitario. Quería estudiar en Bellas Artes. Pero en esa época la mayoría de edad se alcanzaba a los veintiún años. Como yo terminé secundaria a los dieciocho, me obligaron a ir a la universidad. Hice Estudios Generales en la USMP. En esos años, fui integrante del elenco de teatro universitario. Hicimos varias obras: En una de ellas, “La Odisea de Túpac Amaru”, escrita por el rector RP Dr. Vicente Sánchez Valer, fui uno de los protagonistas, personifiqué al León Español. Luego de esa experiencia, me di cuenta de que no era alumno universitario. Me fui a la Escuela Nacional de Arte Dramático. Ingresamos sesenta. Yo fui el número sesenta. Era un grupo de jóvenes con muchísimo talento. Pero poco a poco, con el tiempo, cada día éramos menos. Terminamos unos cuantos. Y con el transcurrir de los años, seguimos menos aun. Con el tiempo, además de actuar, me dediqué a la dirección teatral; realicé escenografías, iluminación, utilería; títeres, danza. He trabajado en cine, radio, televisión. Tuve a mi cargo una cátedra en teatro y oratoria. Tengo en mi haber varias giras culturales: con el grupo «Mesa de Teatro de Lima», pueblo por pueblo, costa y sierra, hasta la Provincia de El Oro, Ecuador. Funciones en la Universidad de Machala; en el cuartel del ejercito de la ciudad de Santa Rosa, función para la tropa. Una gira, de aventura cultural, como mochilero, de Lima hasta Río de Janeiro; retornando por el norte argentino. En 1977 viajé por primera vez a Europa gracias a una beca auspiciada por la Asociación Internacional de Teatro para la Infancia y la Juventud —ASSITEJ— con sede en Berlín Este, República Democrática Alemana. Recibí un curso de Perfeccionamiento en dirección teatral para obras de teatro para niños y jóvenes. Las clases fueron en el «Teatro de la Amistad» en Berlín Este; «Teatro Mundo Juvenil» en Leipzip; «Títeres y Marionetas»; confección, manejo de muñecos de guante, vara, mixto; en Praga. La anécdota especial es que, cuando mi señor padre se enteró que estaba haciendo teatro y otras actividades afines, me invitó a que haga mi vida fuera de casa. Según él, yo era un mal ejemplo para mis hermanos menores. Por esos años, nuestros padres eran muy estrictos y no miraban con buenos ojos a los jóvenes que querían hacer una carrera como artistas.

La vida continúa. Para algunos, todos los días es una nueva promesa; para otros, una obligación o quizá un desafío ¿Con qué espíritu la enfrentas?

Viví unos años en Europa. En Alemania trabajé en dos agrupaciones teatrales. Con el grupo "Mimose", en el pueblo de Bischweier, la obra de teatro para niños “Alfred Jodocus Kwak” del cantautor holandés Herman van Veen. Y con «Erzähltheater Fabulina» la narrativa “Das Gold von Caxamalca”. Cuando regresé a Lima, Perú; me atreví a escenificarla, solito. Cuarenta y cinco minutos, personificando a un albardán, narro el cuento histórico: «Cajamarca, Encuentro de Atahualpa y Pizarro». Fue un desafío por mis años de oficio en este quehacer escénico. He llevado mi arte por festivales, muestras regionales y nacionales, encuentros, coloquios, colegios e instituciones culturales. Toda esta experiencia es el mejor pago a todos estos años de vivir y sobrevivir de la mano con el teatro. Con el tiempo me he cultivado en diversos géneros artísticos. El teatro me ha dado grandes satisfacciones. Así que, para mí, cada día es un desafío. No suelo caminar por la vía principal sino por los recovecos. Tengo metas inmediatas, como metas mediatas. Pienso estudiar pintura con acuarelas.

La vida es hacer cosas, ¿cierto? No sé en qué momento empezaste a enfrentar a la página en blanco. Ese momento frente a uno: ¿qué palabra pongo aquí? Primero, con el blog «leonadas»; después, con la publicación de algunos libros. ¿Cuántos son ya?

Cinco libros. Dos poemarios urbanos, Amor & desamor de un Fulano y Desamor de un Mengano; una crónica de mochilero, De Chorrillos hasta las playas de Río; una narrativa teatral, El Oro de Cajamarca, el Encuentro de Atahualpa y Pizarro y un libro de cuentos, Cuentos breves para mi nieto.

¿Cómo has hecho ese tránsito entre la ficción escénica y la ficción literaria?

En el blog leonadas, del cual eres cómplice, ya hay como quinientos cuentos. Bueno, hay cuentos, poemas, crónicas, narrativas. Todo empezó en Alemania. En una oportunidad, llegando a Karlsruhe, me dije: «voy a escribir». Cuando terminé el primer cuento, «La Oficina», lo envié por correo electrónico al barrunto. Tuvo éxito. Seguí escribiendo: temas del colegio, chismes del barrio; con su sabor de esquina; sin usar palabras rebuscadas; con sus faltas y errores de ortografía; poniendo el verbo, donde sea, al final de las oraciones, adelante…

Me has hecho recordar, alguien escribió en la pizarra: «Lo atacaron en mancha». Yo pregunte: ¿Dónde está el sujeto? Una chica respondió ¡En la mancha profesor!

Mi estilo de escribir es testimonio de la manera de cómo hablan en el barrio. Cómo se expresa la jerga, la ironía, el doble sentido; muestro las expresiones populares…

Niky, no hay forma de evitar una pregunta, esa que nos hacen las personas que nos vienen a visitar en el escenario: ¿Qué es el arte, para qué sirve, cual es su propósito? Cada uno de nosotros tiene una visión con respecto a él. En tu caso, me gustaría que compartas, con todos los que están con nosotros en este momento, tu opinión sobre esto.

El arte es una palabra abstracta, pero yo lo veo más como disciplina, un modo de vivir, sobrevivir. Recuerdo a Galeano, cuando le preguntaron por el porvenir. El porvenir está adelante y uno va avanzando para lograr la llegada. En ese caminar uno va haciendo cosas, va viviendo, va proyectándose, va creando. Yo creo que eso es el arte, intentar conseguirlo. Soñar. Cristalizar lo que tenemos en mente, cuerpo y espíritu. Esta es una forma de definir mi arte.

No es simple sintetizar el universo que lo acompaña a uno. No es casual haber compartido con Jerzy Grotowsky, Eugenio Barba, con todos los que hemos mencionado. Los hechos tienen un mañana. Ahora estás con la obra Cajamarca, Encuentro de Atahualpa y Pizarro. ¿Pero, qué futuro tienes de manera inmediata? Otra obra debe estar en camino.

Así es. De mi libro «Cuentos breves para mi nieto» uno de los cuentos es «Mi Gran Unidad Escolar» basado en mis experiencias en el colegio. Lo estoy dramatizando para llevarlo a escena lo mejor posible. Ese es el gran reto: cómo lo contamos. Crear el vestuario, el tiempo límite. Yo trabajo con cuarenta y cinco minutos de espectáculo; al que sumando el fondo musical, los apagones, cambios; Haré una hora. En este caso, nuevamente voy a tomar la responsabilidad de ser el protagonista.

Parece poco. Habría que recordar a nuestros amigos que, antes, las obras de teatro duraban tres o cuatro horas. Treinta personas en escena; detrás de escena, podían sumar veinte o treinta personas más. En estos tiempos, uno o dos actores en escena y, con suerte, otro fuera de escena. Cuarenta minutos es bastante.

Así empieza uno, así es el arte, te vas acercando a la meta. Después, cuando vez público, teatro lleno. ¡Qué bonito es ese pacto trascendental! El público ve sesenta minutos de trabajo y, en realidad, son meses de ensayo.

Nosotros, lo que queremos con esta conversa con Nicolás es acercar un poco a las personas, que están compartiendo esta reunión, la experiencia, la vida de quienes nos dedicamos al teatro; que pareciera que no es mucho. Por ejemplo, cuando llegan nuevos alumnos a la escuela de teatro, algunos lo hacen pensando en hacerse famosos; otros, para no trabajar mucho; y algunos, con estudios en psicología, para estudiarnos. Y allí se encuentran con que, con el teatro, no nos hacemos famosos; que, en el teatro, hay que trabajar muchísimo; tanto como en el más laborioso de los oficios. Lo que pasa es que al presentar la obra sólo transcurren unos minutos. Meses de trabajo diligente y esforzado, para disfrutar, eso que le presentan, en un lapso muy breve.

El Sindicato de Trabajadores, Artistas, Intérpretes, Ejecutantes y Técnicos del Perú —SAIP, el año pasado, 2023, me hizo un reconocimiento por mis cincuenta años de trabajo como actor. En la ceremonia había una cantidad de jóvenes que están empezando. En un momento dramático me preguntan ¿Cómo has podido sobrevivir cincuenta años en el teatro? Lo que pasa es que, cuando asumí hacer teatro, no solo me limité a ser actor. Soy escenógrafo, luminotécnico, utilero, titiritero, bailarín; trabajé en el Canal 4, Ritmo en el Cuatro, con Elena Cortéz.

Mucha gente dirá que estás hablando de la prehistoria.

Fui técnico de diferentes grupos. Hice diseño y realización de escenografías. Ese es el mundo del teatro. Los jóvenes quieren limitarse a la actuación. Yo ayudé a varios grupos como técnico. Faltaba alguien, reemplazaba. Actuaba, dirigía. Adaptaba cuentos, hacía dramaturgia, corregía libretos. Ese mundillo es nuestro concepto de teatro. Cuando decimos voy a hacer teatro, no solo nos limitamos a la actuación sino también al mundo complejo que tiene esta actividad escénica. Y lo hacemos contentos. Jean Paul Sartre dijo: «Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace».

Repito, lo que estamos haciendo es recordarles, o informarles, en qué consiste el trabajo del teatro. Todo lo que implica hacer teatro. Que no es solamente actuar. Que también es escribir, vender las entradas, acomodar a la gente, barrer, limpiar; todo eso y más. Hay miles de anécdotas, pero creo que ya hemos abusado bastante de la paciencia de quienes nos acompañan y, con esta interviú, esperamos haber satisfecho algunas expectativas de nuestros espectadores.

Gracias a quienes nos han permitido llegar hasta ustedes, y gracias a Nicolás por exponer su mundo ante nosotros. Gracias a la 1ra Feria del Libro Internacional Arequipa 2024, a la Confederación del Libro y, por supuesto, gracias a nuestra Embajadora Cultural Silvia Vidalón.

Transcripción: Cecilia Vásquez Mejía

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